sábado, 6 de julio de 2013

¿PRINCESAS?





Nunca habría pensado que había llegado el momento de sentirse abrumada de dolor hacía ella misma, era raro, ¿no? Llegar a un punto en el que odiarse era lo más fácil y cada intento por destruirse se hacía más frecuente, estaba sola o al menos ella lo creía así, tenía gente a su lado que la quería por lo que ella era y no buscaba en ella un físico, que en esos momentos era inexistentes, quería ser perfecta, pero lo que no entendía era que la perfección no se lograba por no comer o por purgarse después de cada comida, la perfección se aceptaba cuando aprendías a aceptarte a vos misma, con tus jodidos monstruos mentales, con tus cortes, con tus vomitos, con tus nudillos lastimados, mientras sepas que ya eran parte de vos.


Ella era torturada por su propia mente, se sentía trastornada, no sabía porque, había comenzado a hacerle más a caso al sonido de sus pensamientos que al sonido de las voces que le decían que la querían, que ya era perfecta sólo por el hecho de ser ella. Pero estaba ciega, cada vez se perdía más en una calle casi sin salida, confiaba en un momento poder parar a Ana, poder decirle que NO,  a mía. Pero, ¿qué era la fe? Ella, la había perdido hace tiempo, caída tras caída se deterioraba su fe, no comprendía el por qué sus amigos, las personas que la rodaban le tenían fe, era una RUINA emocional, y no sabía si de las ruinas podía nacer algo, podía nacer su antiguo yo, no sabía si en las ruinas se podía ser feliz.
¿Qué más a hacer? Quería terminar todo, pero sabía que no era lo suficientemente valiente, "liberación", "terminar", "fin", "vida", "muerte", "perfección", esas palabras resonaban en su cabeza, como tambor en pleno apogeo de carnaval.
Pero, ¿por qué nadie la entendía? ¿por qué nadie comprendía su urgencia por buscar la perfección inexistente? Porque por muy mal que ella este, sabía que pesar 40 kilos no la haría feliz, es más, buscaría una meta muchos kilos más abajo, y para siempre se perdería.